José Luis Sierra V.
Sí, es cierto, fue en contienda democrática como la sociedad oaxaqueña pudo despojarse del pesadísimo lastre que representaba el caciquismo y, en particular, la persona y el grupo político de Ulises Ruiz Ortiz. Pero no nos engañemos, para que Gabino Cué lograse el triunfo electoral, resultó necesario que su alianza interpartidista, fraguada al cobijo de Diódoro Carrasco, contara con el respaldo de los exgobernadores Vázquez Colmenares, Heladio Ramírez y José Murat, todos priístas activos.
Ganó Gabino, es cierto, pero la democracia, sus instituciones y sus procedimientos no pudieron evitar la polarización social, ni la represión o las muertes que aquella propició. No se pudieron frenar –para no hablar de impedir o sancionar- los excesos de Ulises Ruiz. No se pudo obligarlo a rendir cuentas ni se pudo impedir que Congreso y juzgados extendieran certificados de impunidad al depredador de famas, de vidas y de riquezas.
(…)
Pasado el período de gracia que acompañó a Ibón Ortega en sus primeros años de gobierno, la sociedad yucateca experimenta ahora la fase del declive, el deterioro económico y político que implica división, confrontación permanente, polarización social y descomposición política.
No nos llamemos engañados por el mal gobierno de Ibóm Ortega: era BOLA CANTADA. No se podía esperar otra cosa de una pandilla que llegó al poder con afanes revanchistas. Tenemos un gobierno de arribistas, un gobierno faccioso que sólo ve y trabaja por sus intereses de grupo.